lunes, 9 de mayo de 2016

¿Qué es el caos?

El caos es vida, música, concierto, magia, saltar, gritar, emocionarse y levantarse al día siguiente con la sensación de estar más viva que nunca. No hay mayor caos que la resaca de un concierto, las melodías se te agolpan en la cabeza, revives cada gesto, cada expresión, cada subida de tono, tu cabeza va a mil por hora.

Echas la vista atrás y todo ese caos empieza con calma, con horas de espera, mil posiciones en las que no consigues mantenerte más de 5 minutos, pasan las horas y algo se empieza a notar, empiezan a subir las pulsaciones, los minutos se hacen horas, miras el reloj y te llevas las manos a la cabeza porque eso no avanza. Y estalla el caos, las puertas se abren, corres, saltas y chocas con la barrera de primera fila, la adrenalina se apodera de ti, recuperas el aliento sobre la valla, aferrándote a ella como si fuera de diamantes.

El caos vuelve a empezar con calma, vuelve la espera, los minutos convertidos en horas, los nervios a flor de piel, el temporizador en el móvil para ver como realmente el tiempo no se ha parado. A la hora justa todo se rompe, las luces se apagan, las pantallas se iluminan, siluetas van apareciendo sobre el escenario, gritas, silbas y toda esa montaña rusa que ha sido tu vida ese día llega a la cima, los acordes anuncian el inicio de un concierto de altibajos, aparece ella, pisando fuerte, desgarrando la voz, no hay marcha atrás, es demasiado tarde para huir de ese momento.

Te ves envuelto en una vorágine de sentimientos, canciones que gritas pero que son para cantar lento, canciones que son para gritar pero no te salen las palabras, sentimientos que se ven magnificados, canciones con las que nunca te habías emocionado hacen que algo se active. El concierto transcurre como un verdadero caos, tres canciones lentas se compensan con dos que te devuelven todo el ánimo, otra vez lento que te vuelve a bajar las pulsaciones para luego remontar y así constantemente.

Todo se va acabando y como no podía ser de otra manera falta el último empujón, la canción que todo el mundo se sabe, todos cantan, bailan, saltan  y se dejan la poca voz que queda; el caos estalla en el recinto y de golpe se apaga, las luces vuelven, las pantallas dejan de emitir, las figuras han desaparecido y ya no suenan acordes. Tú sales arrastrando los pies, comentando las canciones, te niegas a que eso haya terminado. Y cómo empezó, termina, pasos vacíos por calles mojadas, en silencio porque después del caos llega la calma.


La sensación que a mi me queda después de este día es tan contradictoria como inigualable, estoy cansada, me duele todo pero no dudo de que lo volvería a hacer mañana mismo. A pesar de todo la sensación que predomina es la de ser libres, estar motivada, ese concierto me ha dado fuerza para lo que venga por delante y para dejar atrás todo aquello que no merecía la pena seguir llevando conmigo. 

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